El municipio que da nombre a la Comunidad de Villa y Tierra se localiza en la parte más céntrica de la misma. Ha sido declarado recientemente Conjunto Histórico Artístico.
El pueblo se enclava en la falda de un cerro, a la vera del río Duratón. Presidiendo el cerro están las ruinas de un castillo, hoy de propiedad particular, y de la iglesia de San Martín, cuyo ábside se encuentra ahora en el Museo Metropolitano de Nueva York.
La Villa está rodeada por una muralla en tres de sus lados, el otro se complementa con los cortados que dan al río Duratón. Las puertas de acceso son tres, la de Alfonso VIII, al Sur, y la del Palacio y de la Calzada, al Norte.
Dentro de los muros tenemos buena muestra de los edificios construidos en otra épocas: la iglesia de San Miguel, uno de los templos más importantes del románico segoviano; la capilla del palacio de los Condes de Montijo, hoy convertido en Posada Real; y las ruinas del hospital de la Magdalena, que fue mandado construir por la esposa del señor de la villa, don Álvaro de Luna Manrique. Destacamos también la cantidad de bodegas horadadas en la roca que nos hablan de la tradición vitivinícola de estas tierras.
Otras construcciones de gran importancia que se encuentran extramuros son: la iglesia de Santa María del Arrabal, también románica; el puente de piedra, de origen medieval que cruza el río Duratón, y el Convento de San Francisco, cuya portada fue trasladada a la iglesia de Calabazas (ver monumentos).
Ambientalmente destacan sus manantiales, más de una treintena. Hoy en día el más conocido es el del Salidero, que abastece a más de treinta municipios de Segovia y Valladolid.
Otros rincones sorprendentes en Fuentidueña están en el Cerro de San Blas, donde podemos ver los restos de una antigua ermita y en el embalse de las Vencías, con laderas repletas de encinas y quejigos, elevados cortados que protegen al río en su lento recorrido, y una importante colonia de buitre leonado.
Disfrutarás de unas magníficas vistas de la villa desde la carretera que va a Calabazas.
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